Porque tus misericordias no tienen medida y porque tu amor al hombre es un tesoro infinito, a Ti elevamos nuestra mirada ¡Santísimo Cristo de la Misericordia!, compungido el corazón del reconocimiento de que nuestra maldad es solamente la causa de ese mar de amarguras y sufrimientos que se refleja en todo tu Sagrado Cuerpo y en tu Espíritu Nobilísimo, que también sufre los azotes de las injurias y traiciones de los hombres, y hasta el desamparo del Padre Celestial.

Son nuestras miserias las que alimentaron el volcán de tu amor hacia nosotros, hasta reducirte a nuestra pobre naturaleza, en la que habías de reparar con tu pureza y sacrificio las culpas de nuestros muchos pecados.
Y habiéndonos dado ejemplo inigualable de perfección e instruido en la verdad, a impulsos siempre de tu amor infinito, te entregaste a la muerte de la Cruz, iras de haberte quedado con nosotros, para siempre, en el Augusto Sacramento del Altar, y de haber promulgado a la Humanidad el nuevo mandamiento «Amaos los unos a los otros como yo os he amado».
Hija de aquel nuevo mandamiento es esta Santa Casa, que alberga y ampara tantas consecuencias de la injusticia humana, y que enjuaga tantas lágrimas, pesares y amarguras, que destrozan el corazón de tiernos niños inocentes.
Por eso te invocamos a ti, fuente de toda misericordia y auténtica misericordia de Dios, hecha carne inocente inmolada en sacrificio expiatorio, porque no habiendo prueba más grande y suprema de amor que tu entrega generosa y voluntaria, la más firme confianza nos anima ya a esperar siempre el beneficio de tu protección y ayuda para nuestras permanentes necesidades.
Que la Casa José Antonio viva y se desenvuelva plenamente a impulsos de tu amor, y que esta nueva Hermandad, que enarbola como guión más preciado la magnífica escultura representativa del supremo y precioso instante de tu muerte salvadora, sepa conducirse muriendo siempre a las vanidades del mundo para vivir tu Ley de Caridad, que es la Ley del verdadero progreso social y de la felicidad de la Humanidad.
Cinceladas, nº 17 , Murcia, Abril 1950