Con profunda devoción, ¡oh! Cristo mío,
en la noche de tu entierro Murcia implora,
al verte por sus calles en tu cruz,
para todos piedad y Misericordia.
En tu rostro agonizante se fija mi mirada,
mientras siento en mi alma dolorida
el dolor que por nosotros Tú pasastes,
para ganarnos la gloria tan querida.
Apiádate de mí, ¡oh! Cristo mio,
y dame fuerzas para llevar la cruz mientras yo viva,
perdóname de todos mis pecados,
y haz que logre ver tu luz Divina.
L. Blaya. Hermano numerario
Cinceladas, nº 17 , Murcia, Abril 1950