[ARTICULO] Nuestro cometido. D. Antonio José Sánchez López

Se abren las puertas de San Esteban y comienza nuestra misión, un año más vamos a mostrar la Virgen de la Misericordia al público que se arremolina en el recorrido. Al cruzar el umbral de la puerta pensamos que debemos hacerlo bien, debemos estar a la altura de la imagen que llevamos sobre nuestro hombros y debemos cumplir nuestro cometido para con los asistentes a la procesión. Nos aparece un nudo en la garganta al dar los primeros pasos, pero Ella se lo merece.

Los niños esperan nuestros caramelos, algunos parientes o amigos nos buscan para hacernos las consabidas fotos de recuerdo, pero todo eso se paraliza cuando nuestra Virgen se presenta en la calle. Un murmullo recorre a los presentes, la imagen ejerce de imán sobre sus miradas, sobre sus corazones, sobre su atención, la belleza de la talla hace casi obligatoria una reverencia a su paso, provocando multitud de ellas.

Ya no importan los nazarenos, ya no importan los caramelos o el cobrador de las sillas, solo nos fijamos en esa imagen, nuestra mirada es atraída por ese rostro. Las lágrimas que brotan de sus ojos nos llegan a conmover, esa expresión de sufrimiento, de angustia por un ser querido nos emociona. Sánchez Lozano consigue que hombres, mujeres y niños entiendan el dolor que siente nuestra Madre al saber que su Hijo ha muerto y al mismo tiempo, comprenden que ella pide a Dios, a Nuestro Padre, Misericordia para su Hijo.

La imagen recorre las calles de Murcia, muestra a todo el público su mensaje y todos sus hijos nos hacemos partícipes de su aflicción, de su angustia, del calvario que debe pasar una mujer al perder a su hijo. Las caras de los asistentes nos lo muestran, su expresión varía entre la admiración, la sorpresa, la ternura y la emoción. Pero sabemos que ese dolor, ese desánimo que demuestra su expresión y sus lágrimas es humano, y que la mirada que eleva al cielo, la Misericordia que pide al Creador es la misma Misericordia que todos nosotros pedimos en algún momento. Nuestra Virgen se erige en portavoz de los hombres, ruega a Nuestro Señor Misericordia para su hijo, para sus hijos, para nosotros.

Y todas esas sensaciones que se ven reflejadas en las caras del público que asiste a ver nuestro desfile, las vemos los nazarenos, los penitentes, los mayordomos, los estantes… Orgullosos mostramos a Murcia entera el mensaje de nuestra Virgen y emocionados vemos cómo ese mensaje llega a su destino.

En algunos momentos, el cansancio hace mella en nosotros y ni siquiera necesitamos agua para reponer fuerzas, sólo con mirar la imagen que portamos encima, sólo con entender la función que desempeñamos… nos fortalecemos, apretamos los hombros y continuamos con el camino.

Llega el momento del esperado encuentro, Nuestro Padre y Nuestra Madre se ven cara a cara, hay unos instantes de silencio ante cientos de personas, un halo de emoción nos cubre a todos y el nudo en la garganta vuelve a aparecer. Los sentimientos nos desbordan a todos, a los que estamos dentro y a los que estáis fuera. Surgen las lágrimas que se aplacan con los aplausos que se dejan oír en las calles.

Este año volveremos a repetir nuestro cometido, lucir a la Virgen de la Misericordia, mostrar su mensaje, emocionar al público y estar orgullosos de poder ser los encomendados en esta tarea.

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